jueves, 1 de febrero de 2007

Los gestores de SPAM corporativos

Hasta ahora, los gestores de SPAM corporativos que conocía se limitaban a analizar los mensajes que llegaban y marcaban aquellos que consideraban sospechosos como tal. Así funciona el de la ULPGC y el de los proveedores de correo electrónico habituales (Gmail, hotmail, etc.). En unos casos envían automáticamente esos mensajes a una carpeta denominada SPAM, en otros hay que hacer esta operación manualmente o definir un filtro específico. Nada excesivamente complejo. Mi experiencia, ya lo he comentado en posts anteriores, era relativamente buena.

Pero en las dos ó tres últimas semanas me he encontrado con que numerosas empresas han empezado a poner en marcha gestores de SPAM con un sistema de lista blanca, de forma que la gente que está dentro de la organización solo puede recibir correos de aquellas personas que específicamente autoriza. Y a mi esto me parece un solemne disparate. Una dinámica que va en contra justo, justo, de lo que es el correo electrónico. En vez de matar el SPAM, lo que van a matar es el correo.

Hace tres años, Alfons Cornella dijo en una charla en el Internet Global Congress que el correo electrónico, tal y como lo conocíamos, estaba muerto. Yo entendí que lo decía en forma de provocación. Pero al final, va a resultar que su profecía era cierta.

A mi juicio, lo fantástico del correo electrónico es que cualquiera puede conocer el tuyo con relativa facilidad. Y que te puede escribir sin más ni más. El otro día me escribió un compañero de EGB al que no veo hace más de 10 años. Hace poco, un estudiante de la ULPGC para pedir un consejo sobre un tema tecnológico. Con los gestores esos de lista blanca, estos contactos hubieran sido imposibles, porque el gestor de SPAM habría devuelto el mensaje diciéndoles que yo no les he autorizado a escribirme.

Fíjense a dónde llega la torpeza de estos gestores, que ayer recibí un correo de un colega desde la cuenta de su empresa. Le respondí a su correo, y el gestor de SPAM rechazó mi mensaje. Es decir, ni siquiera fue capaz de darse cuenta que había sido el usuario de su organización quien había iniciado el diálogo. Digamos que para estos gestores, eres un delincuente hasta que no se demuestre lo contrario.

¿Recuerdan hace tiempo cuando la gente te mandaba un correo y a los 5 minutos te llamaba para decirte que te había mandado un correo (yo nunca entendí estas llamadas, pero había mucha gente que las hacía; desconfiaban de que los correos llegaran, de que la gente los leyera, qué se yo)? Pues dentro de poco tendremos que empezar a hacerlas de nuevo: "Oye, que te quiero mandar un correo, que me des de alta en tu lista blanca", "Oye, que he cambiado de dirección de email y te iba a mandar un correo anunciándotelo, pero no puedo". ¿Y si no tengo el teléfono de la persona a la cual estoy escribiendo? Pues nada, mejor no te molestes.

Adiós, correo electrónico, adiós.

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