Videoconferencias reales

Parece que, por fin, vamos avanzando en los temas de videoconferencia. De las videoconferencias, hace años que se oye. Se suponía que casi, casi, iban a conseguir que dejáramos de tener que viajar para asistir a reuniones de trabajo. Pero la realidad ha sido otra muy distinta. Dejando aparte problemas puntuales coyunturales de líneas que se caen y cosas por el estilo, incluso en su mejor versión la videoconferencia podía ser interesante en reuniones uno a uno, pero apenas hay varias personas en cada extremo, los retrasos de señal y las dificultades de percibir bien las voces y las imágenes hacían que los resultados fueran bastante decepcionantes. Hay que tener en cuenta que, mientras que nosotros somos capaces de oir varias conversaciones al mismo tiempo por las cinco orejas que tenemos, los aparatos digitales comprimen todas las voces juntas y las envían, con lo cual el receptor lo que oye es un lío de voces que cuesta identificar.

Es definitiva, que me he ahorrado unos cuantos viajes, pero muchos menos de los que sería deseable. Y, casi siempre que me he ahorrado el viaje, me ha dado la sensación de que la reunión fue mucho menos provechosa que presencialmente.

Pero parece que empieza a haber avances en este terreno que hacen preveer un futuro mucho mejor. Como el sistema que acaba de presentar Cisco, el Telepresence (vía El Mundo) con el cual, por una módica cifra de 300.000 euros, las compañías pueden montar reuniones como la de la foto. Media mesa en un sitio, media mesa en otro y con una buena sensación de realidad. Habrá que probarlo a ver si lo que dicen y prometen es verdad, pero claro, me pega que en la Universidad no vamos a comprarlo, al menos por ahora. Por cierto, evidentemente, no basta con uno, hay que montar dos, o sea que la inversión sería, como mínimo, de 600.000 euros. Una fruslería.