Hoteles con cubículos de 6 metros cuadrados
Cuando fui a Japón hace un par de años, oí que existían en Tokio unos hoteles-cápsula orientados a los trabajadores que se quedaban en la ciudad hasta tarde por algún motivo y que no podían volver a casa. Para ofrecer un alojamiento a buen precio en la hipercara Tokio, estos hoteles tipo cubículo eran la mínima expresión, algo así como un nicho de un cementerio. Una cama, con la TV empotrada en la pared a los pies de la misma y, en algunos casos, un aseo de proporciones mínimas; en otros, este aseo era común a varios cubículos. En definitiva, un lugar donde dormir y nada más. Me hubiera apetecido probar uno de ellos, por aquello de experimentar un poco de todo, pero me fue imposible.
En el viaje que estoy haciendo a Canadá tenía una estancia nocturna en Londres de muy pocas horas, insuficientes como plantearme ir a un hotel, pues el desplazamiento a y desde el hotel casi, casi, consumiría todo el tiempo disponible.
Buscando en la red, encontré que tanto en Gatwick como en Heathrow existen dos hoteles de la cadena Yotel implantados bajo la modalidad japonesa descrita al principio. Hoteles por horas con lo mínimo de lo mínimo, tanto en servicios como en espacio. El alquiler mínimo es de cuatro horas, a un precio más que competitivo (30 libras las primeras cuatro) considerando que están dentro de las propias terminales del aeropuerto de una de las ciudades más caras del mundo en cuestión de alojamiento. Decidí probarlo.
Habiéndolo probado, no puedo por menos que recomendarlo a todo aquel que necesite un sitio donde dormir unas horas y la posibilidad de ducharse antes de coger otro avión. Realmente impresionante. La habitación (aquí es una habitación, no un simple cubículo) tiene unos 5-6 metros cuadrados, no más. Aun lado, la cama, de 1x2m. En medio, un pasillo diminuto. Al otro lado, un aseo con lo imprescindible. Por supuesto, ni te plantees que puedas tener una ventana o algo similar.
Eso sí, todo perfectamente implementado y con materiales de muy alta calidad. Desde la ducha (comparable a la de los mejores hoteles), hasta la ropa de cama. Internet gratuita en la habitación, tanto para tu equipo como con la posibilidad de usar la TV plana para navegar con un teclado inalámbrico. La recepción, rapidísima, se limita a pedirte un correo electrónico al que enviarte la factura. Menos de 3 minutos. Además, el recepcionista fue infinitamente más amable que muchos que me he encontrado en hoteles de 4 y 5 estrellas.
Perfecto. A menos, claro está, que tengas claustrofobia. Pero eso ya es otro problema. En resumen, qué gusto da cuando se hacen las cosas bien hechas. Dicho de otra forma. Tener buenas ideas es fácil, lo difícil es llevarlas a la práctica bien.
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