miércoles, 5 de julio de 2006

7 reglas del blogging corporativo, por Nicholas Carr

Nicholas Carr es un tanto polémico, ¡qué duda cabe! No obstante ello, en este artículo da sus 7 reglas para el blogging corporativo, es decir, reglas que las empresas deberían seguir acerca de si poner sus propios blogs o no. Las reglas son interesantísimas:

  • A menos que tengas razones imperiosas para bloggear, no lo hagas.
  • Usa los blogs única y exclusivamente para lograr tus objetivos empresariales; dicho de otra forma, alinea los blogs con la estrategia corporativa.
  • No te desvíes de los objetivos inicialmente propuestos.
  • Elige cuidadosamente a los bloggers corporativos; no pongas de blogger al que más ganas tenga de ser un blogger, sino a aquel cuyo perfil mejor se ajuste.
  • Ponle a cada blogger un colega que le ayude a filtrar lo que escriba. No se trata de censurarlo, sino de que alguien verifique todo lo que va a publicar
  • Decide si crees que debes tener los comentarios abiertos o no, dado que los comentarios, en principio, no son más que una fuente de problemas.
  • Pide ayuda a los abogados antes de empezar.
Bien, en un mundo en el cual, al menos en la blogosfera, una empresa sin blogs parece ser un delito, este post de Carr es todo un soplo de aire fresco y distinto. La realidad es que, aun sabiendo del potencial de los blogs, hoy en día cada vez que se habla de la influencia de los mismos es poniendo una y otra vez los mismos tres ejemplos, que se repiten cual mantra. Pero ya sabemos que tres ejemplos no permiten hacer una estadística que soporte ningún análisis serio y no deben servir como generalización.

Mi opinión acerca del tema. No está mal que las empresas se empiecen a aproximar a la blogosfera. Que se automonitoricen en Technorari y similares. Tampoco parece mala idea que para algún producto novedoso, se planteen crear y mantener un blog para el mismo. En definitiva, no obsesionarse con el tema, pero tampoco obviarlo. Dejar que los blogs vayan entrando en las corporaciones de forma paulatina y en función de las necesidades, tal y como en su día lo hizo el correo electrónico. Pequeños impulsos por parte de la dirección de la empresa no serán negativos, pero sin llegar a convertirlo en un tema de fe.

Ahora bien, es obvio que para las empresas que pretendan ser innovadoras, es una oportunidad de primer nivel para obtener una interesante ventaja competitiva.

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